LOS HIDROGENOS
PARTE 4
Por: Maurice
Nicoll
EL PRIMER
CHOQUE CONSCIENTE I
Introducción
Esta noche
hablaremos del primer choque consciente, por cuyo intermedio son creados en el
cuerpo los hidrógenos adicionales.
El punto en que
es dado el primer choque consciente es el lugar de entrada de las impresiones
que llegan a la conciencia donde Do 48
entra en el piso superior de la fábrica y donde está presente el Hidrógeno Mi 48, que viene del
comienzo de la octava de aire.
La octava de
aire, en la etapa Mi 48, no
puede seguir hasta Fa 24 a
menos que se le de un choque, y la octava de impresiones, que se inicia en Do 48, ni siquiera empieza a
desarrollarse a menos que sea activada por un choque.
El choque, que
se necesita en ese lugar del piso superior es llamado por lo general el choque
del recuerdo de si.
Pero antes de
proseguir, es preciso comprender claramente que éste choque no sucede
mecánicamente, tal como lo hace el choque de la respiración.
Es un choque
que debe ser dado deliberadamente, por cierta clase de esfuerzos, todos
relacionados con el despertar, y esos esfuerzos se llaman generalmente recordarse a sí mismo.
Si este choque
se da con éxito, las impresiones provenientes del piso superior como Do 48, y que llegan a la conciencia,
son transformadas en Re 24 y
luego en Mi 12.
Al mismo tiempo
la octava de aire puede pasar de
Mi 48 a Fa 24 y después a Sol 12.
Por lo tanto el
resultado del primer choque consciente es la creación de los Hidrógenos adicionales Re 24, Mi 12 Y Fa 24 y Sol 12.
Observarán que
hay ahora, en el piso inferior, tres Hidrógenos
12, donde anteriormente sólo había uno —a saber, Mi 12, Sol 12 y Si 12.
Aquí
presentamos un cuadro en forma de diagrama que muestra qué energías adicionales
pueden ser creadas en el Hombre cuando empieza a vivir más conscientemente y trabajar sobre si y
recordarse a si mismo —es decir, cuando se da el primer choque consciente.
Recuerdo de Sí:
Para la mayoría
de la gente, hasta para la gente culta y que está acostumbrada a pensar, el
principal obstáculo que les impide lograr el estado de conciencia llamado recuerdo de sí radica en el hecho de
que creen estar ya en posesión de el.
Piensan que
pueden recordarse a si mismas y todo lo que hacen y cuanto dicen, y no solo
piensan que están conscientes en todo momento y que tienen conciencia de si
mismas, sino que creen que también tienen conciencia de su vida interior y que
tienen pleno conocimiento de todos los pensamientos y emociones que las
atraviesan en una corriente ininterrumpida.
Y porque
piensan que siempre se recuerdan a si mismas y actúan y hablan con plena
conciencia y tienen plena percepción de todo cuanto dicen y hacen, creen tener
una verdadera voluntad y un
"yo" permanente e invariable, y la capacidad de hacer —por ejemplo, creen que pueden
cambiar si realmente desean hacerlo, o cambiar su vida, o cambiar a otras
personas, o hacer lo que quieran.
Pero claro está
que en un principio no pueden cambiarse a si mismas, ni su vida, ni a la demás
gente, "ni hacer lo que les de la gana, porque no poseen ninguna voluntad
verdadera, sino muchas voluntades contradictorias, ni tienen un "yo"
permanente, sino muchos "yoes" cambiantes, y cuando hacen algo no lo
hacen por voluntad consciente ni por elección consciente, sino por lo que les
acaece en ese momento.
Porque del
mismo modo que en la vida todo sucede de la única forma posible en que podría
suceder, y en realidad nadie hace nada
en absoluto, aunque pareciera que la gente hace, así ocurre en el caso de un
hombre tomado individualmente.
Todo en su vida
tiene lugar de la única manera en que posiblemente puede tener lugar, y
mientras el hombre siga siendo el mismo, todo lo demás será lo mismo.
Es evidente que
un hombre no se interesará si se le habla de un estado de conciencia que ya
cree poseer.
Y esta es una
de las razones por las que la gente encuentra tan difícil comprender la menor
cosa sobre el significado del recuerdo
de sí o el estado de percepción
de sí o conciencia de sí.
Atribuyen ese
estado a si mismos tal como son y creen en realidad que pasan su existencia en
pleno estado de conciencia.
No se dan
cuenta de que no pueden evitar hacer lo que están haciendo y creen que todas
sus acciones están controladas por la voluntad.
Sin embargo el
estado de conciencia ordinario en un hombre es casi lo contrario de todo esto.
Un hombre
ordinariamente no se recuerda a si mismo, no tiene percepción de si mismo, no
es exactamente consciente de lo que hace o de lo que dice.
Ni toma las
decisiones que imagina tomar, ni es exactamente consciente de su vida interior,
que en realidad es para él muy oscura.
De todos los
pensamientos y sentimientos que pasan a través de él mecánicamente apenas tiene
conciencia de la millonésima parte.
Empero, en
realidad el estado de conciencia llamado "recuerdo de si" en el cual
el hombre tiene percepción de si mismo y de todo cuanto ve a su alrededor, y al
mismo tiempo tiene percepción de todos los pensamientos y sentimientos que pasan
a través de él —este estado de conciencia pertenece legítimamente al hombre.
Y si éste no lo
posee, sólo se debe a las condiciones equivocadas de su vida.
Cabe decir sin
exageración alguna que en la época actual, el estado de conciencia llamado
recuerdo de si (o el tercer estado de conciencia) ocurre en el hombre sólo en la
forma de raros destellos y sólo puede llegar a ser permanente en él por un
adiestramiento largo y especial.
Este
adiestramiento especial empieza con la observación
de sí.
Sólo por medio
de la observación de si, hecha sin espíritu crítico y durante un prolongado
período, un hombre empieza a comprender que no se recuerda a si mismo.
Se da cuenta de
que casi todo el tiempo vive en un sueño.
Comprende que
se olvida a si mismo y que olvida sus propósitos y preocupaciones.
Pero esto no es
todo.
Empieza a
comprender lo que significa despertar hasta cierto punto y lo que significa
estar dormido.
A través de la
observación de si empieza a sentir el sabor de lo que podría ser al estar más
despierto, más consciente de si mismo.
La observación
de si no es el recuerdo de si, pero permite a un hombre darse cuenta de que no
se recuerda a si mismo y que casi nunca tiene un sentimiento de si mismo
distinto y separado, ni un sentido exacto del "yo", ni una verdadera
conciencia de si mismo.
A causa de ello
comprende que vive: su vida en un estado de sueño al que la gente denomina plena conciencia, casi como una burla, cabe "pensar, porque en el
así llamado estado de plena conciencia es donde la gente se comporta tal como
lo hace uno con otro y hasta se mata uno a otro sin comprender lo que están
haciendo.
Observemos lo
que sucede hoy día.
¿Cuál es la
verdadera explicación de lo que está sucediendo en el mundo?
La verdadera
explicación es que la gente no es consciente.
Está dormida y
actúa en su sueño.
Y hasta cuando
la gente siente un atisbo de esta situación, no sabe cómo despertar del sueño o
qué hacer.
Sin embargo,
desde la creación del mundo se les dijo a los hombres que estaban dormidos y
que debían despertar.
Cuántas veces
se dice en los Evangelios: "despertad, estad alertas, no durmáis".
Pero la gente
no lo entiende o piensa que es una metáfora cuando es literalmente la verdad.
Si la gente se
despertara de su sueño, si empezara a recordarse a si misma, toda la vida cambiaría.
Y nada puede
cambiar en la vida a menos que se empiece a despertar.
Es preciso
decir todo esto antes de encarar el aspecto práctico del recuerdo de si porque
todos los que quieren comprender este trabajo deben tener, por así decir, un
fundamento de principios que les permitan pensar sobre los detalles.
Este trabajo
enseña como principio que el hombre está dormido y que su tarea más grande y
más importante es despertar.
Antes de que
pueda suceder cosa alguna, un hombre debe comprender que está dormido y que no
se recuerda a si mismo.
Y sólo puede
llegar a comprenderlo mediante la observación de si hecha en todo momento y sin
espíritu crítico y por un prolongado período.
Pero en este sistema
se le enseña a observar ciertas cosas peculiares en si mismo que impiden sobre
todo que un hombre empiece a despertar.
El despertar,
es preciso comprenderlo, exige mucho tiempo, y todas las primeras etapas del trabajo
se ocupan de éste despertar gradual.
Una de las
cosas más importantes que ha de observarse en si mismo es el estar
identificado.
Un hombre no se
puede recordar a si mismo si está identificado.
Y cuanto más
identificado esté consigo mismo, tanto menos se recordará a si mismo.
Un hombre se
identifica con imágenes de si mismo, se identifica con sus sueños, se
identifica con cada "yo" que por un momento aparece en escena, se
identifica con cada estado de ánimo, se identifica con cada emoción, se
identifica especialmente con sus emociones negativas y se identifica con su
sufrimiento.
Y es preciso
mencionar aquí que se debe luchar con esta última forma de identificación desde
el primer momento del trabajo práctico sobre si.
Un hombre debe
renunciar a su sufrimiento desde el comienzo mismo.
Todas las mil y
una formas de identificación deben llegar a ser temas de estudio de si a través
de la auto-observación.
Ahora bien, si
un hombre observa que está a punto de identificarse, digamos, con un estado
negativo y al mismo tiempo recuerda el trabajo y su propósito de no
identificarse, debe separarse por completo de este estado.
Experimentará
probablemente un instante de recuerdo de si, ya sea en ese momento o más tarde.
¿Qué ha
sucedido?
Trataré de
explicarlo.
Cuando ha
practicado la observación de si durante cierto tiempo, estará más consciente de
su estado interior y en consecuencia tendrá, por así decir, un momento de
elección.
Podrá ver lo
que va a suceder antes de que esto tenga lugar.
La observación
de si despeja un espacio en su mente de modo que pueda ver las cosas que entran
y que salen.
Si a la energía
que estaba por entrar en la emoción negativa se le impide hacerlo, puede pasar
de largo y crear un instante de recuerdo de si.
Todo ello
significa que esa persona ha llevado al trabajo al punto de entrada de las
impresiones.
Comúnmente las impresiones
no pasan más adelante porque en el punto en que las impresiones entran en la máquina
humana, caen en una red de asociaciones establecidas desde hace mucho tiempo.
Al cabo de un
tiempo, a cierta edad, la gente ya no experimenta nuevas impresiones.
Esto no se debe
a que las impresiones no sean nuevas, porque en todo momento pueden seguir
siéndolo, sino a que siempre "tocan" las mismas asociaciones y
producen las mismas reacciones.
La gente
entonces sólo vive en sus asociaciones y esto hace que su vida interior sea
casi vacía, casi muerta.
Si desea
conservarse joven en si mismo es preciso que tome el alimento de nuevas
impresiones.
Lo cual
significa que en realidad es menester trabajar sobre las impresiones a medida
que entran e impedir que algunas de ellas caigan en los antiguos lugares.
La vida son
impresiones que entran.
No se puede
cambiar la vida.
Pero se puede
cambiar la forma en que las impresiones caen sobre uno mismo.
Tomemos, por
ejemplo, la cuestión del propósito.
Todos deben
tener un propósito en este trabajo.
Es preciso
reflexionar sobre el.
El propósito
puede ser mayor o menor, pero un hombre debe saber cuál es su propósito grande
o pequeño, en todo momento.
Da forma y
significado a su vida interior.
Ahora bien, si
lleva su propósito a la conciencia —es decir, si no lo olvida— en el punto
donde la vida está obrando sobre él mediante las impresiones entrantes y le
impide reaccionar a cualquiera de estas impresiones, de un modo que sea
contrario a su propósito, está entonces en un estado de percepción de si.
Su reacción mecánica es impedida por el acto
consciente.
Esta acción
pertenece al primer choque consciente.
Es, por así
decirlo, su comienzo.
La energía que
hubiera ido a una reacción mecánica, a través de las asociaciones mecánicas,
puede proseguir ahora y llegar a transformarse primero en Hidrogeno Re 24.
Esto es emocional.
De ello
resultará que ahora o después "verá algo" o comprenderá algo de una
manera nueva —tras la red de asociaciones.
Las impresiones,
de hecho, empezaran a caer directamente sobre los centros.
Las impresiones
que sean captadas en un estado de recuerdo de si llegan a ser emocionales.
Hasta la cosa
más sencilla llega a ser interesante o bella y refleja un significado que antes
no se había percibido.
Ahora bien, en
lo que respecta a la pregunta: "¿Qué si en mi mismo debo recordar cuando
intento recordarme a mi mismo?"
Primero, debo
recordar el mi mismo o el "yo" que conoce cuál es mi propósito.
Esto lleva a la
conciencia a todos los "yoes" que en uno quieren despertar.
Segundo, en
nosotros existe un "yo" verdadero.
Pero siempre
somos lo que no somos, sustituyendo un "yo" tras otro en lugar del
vestigio de verdadero "yo" al cual tenemos acceso.
Cuando intentamos
sentir el puro sentimiento de "yo" que hace esto, "yo" que
dice aquello, "yo" que está sentado aquí, "yo" que es
negativo, etc., esto suele ser una forma de recuerdo de si.
El pleno recuerdo
de si es la conciencia del verdadero "yo" que está por encima de todos
los "yoes" artificialmente creados en nosotros por la vida.
Finalmente,
nadie puede recordarse a si mismo a no ser que sienta que hay algo superior a
si mismo.
A menos de
sentirlo, su recuerdo de si lo llevará siempre a la falsa personalidad.
Cabe decir
muchas otras cosas acerca del primer choque consciente, cuyas facetas son
tantas, pero con lo que se ha dicho basta para discutir y hacer preguntas sobre
este tema.
En las
discusiones todos ustedes deben guiarse por lo que se ha dicho en esta disertación,
y esto constituye para ustedes un ejercicio de recuerdo de si.
Maurice Nicoll
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