jueves, 1 de octubre de 2015

EL LABORATORIO INTERMEDIO

EL LABORATORIO INTERMEDIO
Por: Maurice Nicoll

Porque este Trabajo no consiste en salirse con la suya en cualquiera de los centros, se vuelve repugnante al “amor de si” y crea dificultades a todos.

Las dificultades suelen aparecer al principio o pueden surgir más tarde.

Ya que las divisiones mecánicas de todos los centros resienten el trabajo, el hombre mecánico, compuesto de las diversas conexiones habituales dentro y entre esas partes de los centros, lucha para mantener su existencia y así impedir la formación del hombre nuevo que va a reemplazarlo.

Para expresar esta situación más correctamente, cabe decir que muchos "yo" en los diferentes centros cuyo poder esta amenazado resienten el trabajo y así crean dificultades mediante objeciones, argumentaciones o una franca negativa.

Ahora bien, un hombre, por su vida, puede tener muchos "yo" mundanos, fuertes, egoístas y resistentes que quieren imponerse, y así los "yo" que desean el trabajo tienen pocas posibilidades de formar un grupo y volverse más fuertes.

Esto significa sencillamente que el hombre mecánico asesinará cualquier manifestación del hombre nuevo.

Otros, un poco mejor situados psicológicamente, por haber dudado de la vida y reflexionado con asombro a veces sobre su significado, suelen aceptar al principio el trabajo hasta cierto punto, de modo que una diminuta cosa viviente empieza a manifestarse en ellos.

Este es el comienzo de una nueva manera de pensar y sentir.

Entonces surgen las dificultades.

Pueden suceder tres cosas.

La diminuta cosa viviente, que es el comienzo del hombre nuevo, se marchita porque carece de profundidad o de suelo; o el hombre mecánico lo mata por violencia como Heredes mató a los niños recién nacidos, en la esperanza de destruir a Cristo; o, tercero, el hombre revaloriza el trabajo y empieza otra vez.

Ahora bien, hablemos de los tres laboratorios que están en el hombre y, en particular del laboratorio intermedio, donde el asesino puede entrar y destruir a menos de ser vigilado.

Elige, como un ladrón, el momento en que el hombre no está despierto.

No me refiero aquí el sueño literal.

Sabemos, gracias al diagrama de los tres alimentos del hombre y su transformación, que hay tres laboratorios de transformación en nosotros.

Estos transforman las materias groseras en materias más sutiles.

Debemos entender que si comen un bistec este no puede pasar, digamos, al cerebro, tal como es.

Tiene que ser transformado en materias más sutiles.

Ahora bien, por regla general, solo se habla del laboratorio intermedio.

Esto se debe a que es aquel más sujeto a ser dañado.

Pero todos pueden ser dañados.

La primera transformación del alimento, simbolizada por la cifra 768 que es cambiada en 384, se lleva a cabo en el laboratorio interior o más bajo.

La cifra 768 denota todas las sustancias que el estomago y los intestinos del hombre pueden digerir.

Cabe recordar aquí que la tabla de hidrógenos es una tabla de usos.

Las cosas están clasificadas y ordenadas en escala vertical según su uso.

Por ejemplo, cualquier cosa que pueda ser usada por esa forma de alimento que el hombre digiere en su estomago e intestinos es denominada 768.

De este modo, sustancias de la más diversa clase son llevadas a una relación, que a primera vista parece asombrosa, mediante este método esotérico de clasificarlas por su uso.

Cabe agregar aquí que nosotros somos también clasificados de la misma manera. (Así habría que preguntarse: "¿Para qué sirvo yo?")

Pues bien, si algo anda mal en el primer laboratorio —y ocupémonos solo de esa parte llamada estomago— como, por ejemplo, un alimento equivocado, demasiado alimento, exceso o escasez de acido clorhídrico, fermentos débiles o faltantes, enfriamiento o un centenar de otros factores —entonces se produce una interferencia en la transformación de 768 en 384—.

Toda la octava de alimento que empieza desde el pasivo Do-768 y procede mecánicamente por sucesivas transformaciones hasta Si-12 se vera hasta cierto punto afectada.

Pero a este respecto nos dicen que podemos acostumbrarnos a comer mucho menos alimento y que tenemos un apetito artificial y que sentir hambre es en gran parte una cuestión de hábito, lo cual no refleja las verdaderas necesidades del centro instintivo.

Cuando se practica una dieta de hambre, la disminución de este apetito artificial al segundo día se experimenta claramente.

No hablaré más aquí de los trastornos que se producen en el laboratorio inferior, excepto para decir que tanto en la primera fase de la digestión en el estomago acido y tal vez más en estos días en la segunda fase de la digestión llevada a cabo en el duodeno en un medio alcalino, las persistentes emociones de ansiedad y temor, tan características en el hombre moderno, pueden hacer que los jugos digestivos digieran las paredes vivientes que los contienen, y hasta provocar una perforación.

En otras palabras, presas de esas emociones negativas, el hombre comienza a comerse a si mismo.

Nos referiremos ahora al laboratorio intermedio, que es nuestra principal preocupación.

El trabajo que se lleva a cabo ahí es de clase más sutil.

Las materias tratadas en ese laboratorio pertenecen a un orden mucho más fino y más elevado, y así son capaces de mayores usos y mayores abusos.

Este laboratorio intermedio, al cual suponemos, mediante una burda analogía, lleno de los más delicados e intrincados aparatos químicos y eléctricos, exige, por así decir, una temperatura constante, falta completa de humedad, y ausencia de ruidos y vibraciones, para poder llevar a cabo su trabajo.

Cabe observar que recibe sustancias del laboratorio inferior para una nueva transformación y también recibe sustancias para una nueva transformación del laboratorio superior.

Por lo tanto tiene que realizar tareas muy complicadas que son de la mayor importancia para la octava de alimento.

Asimismo, el alimento atmosférico 192 llamado aire entra aquí y es transformado en 96, pasando al laboratorio superior.

Por estar situado en el segundo piso de la casa de tres pisos del hombre, esta íntimamente conectado con el centro emocional, que esta ubicado allí.

Por consiguiente la calidad del trabajo de transformación en el segundo laboratorio dependerá del estado del centro emocional.

Si el estado del centro emocional es bueno, el laboratorio intermedio trabajará bien.

La cosa más dañosa que puede sucedernos es una crisis de violencia.

La violencia actúa como una explosión.

En casos extremos puede llegar a ser tan intensa que daña el laboratorio intermedio permanentemente.

Debido a sus repercusiones en el laboratorio superior puede afectar la razón.

Ahora bien, nos enseñaron que todas las emociones negativas tienen su base en la violencia y llevan a la violencia.

Asimismo sabemos que la violencia sólo engendra la violencia.

Nada se arregla por la violencia —como puede atestiguarlo el mundo—.

Cabe señalar muchas otras cosas, que se pueden observar en uno mismo, respecto de la violencia.

Es preciso, ante todo, llegar a ser consciente de la propia violencia.

Solemos tener crisis menores de violencia.

Es menester circunscribirlas si queremos impedir que toda vida nueva sea asesinada por la violencia.

Todos tenemos que trabajar sobre nuestra violencia porque todos la padecemos aunque muchos lo niegan.

Esos ataques menores de violencia surgen al permitir que las cosas lleguen hasta el punto de "encender nuestra sangre".

De esto se logra "mala sangre" del uno contra el otro.

Es debido al identificarse.

Trate de observar en usted mismo lo que lo enfurece en otra persona hasta tal punto que usted se identifica por completo con esa persona y no puede aguantarla.

Este observar la misma cosa en uno mismo cancela la violencia así como más uno y menos uno se anulan.

Este es el verdadero significado de la palabra griega traducida por "perdonar" —tal como "perdonaos los unos a los otros"—.

No hay señales de "perdonar" en cancelar.

No tiene ningún seudo significado.

Todo queda cancelado como si pasara una chispa eléctrica entre dos cuerpos con cargas opuestas.

Cuanto más engreída es una persona menos podrá "perdonar" viendo la misma cosa en ella misma que la hará más proclive a la violencia, porque el engreimiento impide la auto-observación.

Ella será su propio castigo como lo somos todos.

Ahora bien, un ataque de violencia siempre trastorna la salud.

Es un choque equivocado en un mal lugar.

El choque obra muchas veces varios días después provocando una enfermedad o molestias físicas.

Trastorna el trabajo del laboratorio intermedio, impidiendo, entre otras cosas, la formación de la materia simbolizada por la cifra 96 —cuyo uso tiene que ver con el equilibrio y la protección de lo que llamaré almohadilla de salud entre la vida psíquica y la física.

La disminución de esta materia sutil reduce la resistencia física, mientras que el identificarse reduce la resistencia psicológica.

Ambos estados permiten que las cosas que habría que dejar fuera puedan penetrar.

Las consecuencias son psicosomáticas.

Ahora bien, es preciso recordar que la violencia surge del identificarse.

Si pudiéramos recordarnos a nosotros mismos —esto es, sacar a voluntad nuestra conciencia de las cosas-vida— no nos identificaríamos y así no seriamos violentos.

Maurice Nicoll




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